Aunque pueden parecer lo mismo y ser confundidos en ocasiones, los contratos de concesión de licencia y de distribución son diferentes y tener estructuras variadas.
¿Qué son licencias, qué es distribución y por qué no son lo mismo?
Como verás a continuación, hay claras diferencias entre uno y otro contrato, cada uno de ellos cuenta con sus ventajas y desventajas. Es importante que valores tus circunstancias y lo que realmente te interesa como artista, pero sobre todo que leas detenidamente todo lo que firmas para garantizar al máximo tus derechos.
¿Qué son las licencias?
Las licencias consisten en aquellas mediante las cuales otro negocio, que puede ser un distribuidor o un sello discográfico, compra los derechos de tu álbum.
De esta manera, te pagan una tarifa fija y actúan como el sello del disco en el territorio correspondiente. Por ejemplo, si quieres lanzar un álbum en otro país pueden comprar la licencia de tu álbum en este y adquieren los derechos de venta. Pero también pueden querer hacerlo internacionalmente.
Los que compren tu licencia tendrán que fabricar, promocionar y conseguir la distribución en el territorio, pero a cambio se quedarán con todo el dinero que obtengan de ello. Solo tendrán que pagarte a ti la cantidad correspondiente a la licencia original.
Si quien firme el contrario pierde dinero, tú ganarás igualmente lo que hayáis pactado, mientras que si gana más del estimado tú solo tendrás derecho al dinero negociado.
¿Y la distribución?
La distribución es un acuerdo en que se distribuye el álbum o tu creación musical, y tú ganarás parte del dinero que se obtenga.
Tendrás beneficio en función a resultados, pero a cambio tendrás que asumir la creación, fabricación y demás aspectos. Si ganas mucho dinero con tus creaciones obtendrás grandes royalties o beneficios, que dependerán del éxito que tengas; mientras que si no tiene mucho éxito y se pierde dinero, lo tendrás que pagar de tu bolsillo sin que recuperes una parte o todo.
Sin embargo, hay opciones de distribución muy económicas, como la distribución digital. Cuando crees una pista o álbum puedes mandarla a plataformas sin tener que pagar por ello y empezarás a ganar beneficios en función de lo que se obtenga.
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Aunque el contrato de distribución es un tipo de licencia, en realidad eres tú y la discográfica quien os tenéis que hacer cargo de los gastos, y también obtendréis los beneficios en base a lo que se obtenga.
En la distribución física, las distribuidoras pondrán a la venta tu disco o creación musical y obtendrán generalmente un porcentaje por ello, mientras que en la distribución digital tendrás menos gastos, pero conseguirás un porcentaje sobre los beneficios.
Principales diferencias a considerar
Las principales diferencias entre licencia y álbum se centran en:
- En qué consisten la licencia y la distribución, dos conceptos diferentes
- Quién se hace cargo de los gastos
- Si el dinero que ganas por tus obras es fijo o variable en función al éxito de tu música
- Quién pierde si la cosa sale mal
- Las condiciones del contrato, que debes estudiar detenidamente, incluida letra pequeña
Ambas pueden ser un riesgo para ambas partes, por eso es importante poner la balanza en equilibrio para saber lo que más te interesa, en ocasiones hay que saber perder para ganar o dejar de lado la ambición para ganarte la vida con tu música.
¿Por qué puedes recurrir a la licencia o cuándo no es la mejor idea?
Algunas de las razones para optar por la licencia son:
- Si quieres distribuir en el extranjero, va a ser muy costoso y puede ser más rentable buscar un contrato de licencia.
- Los sellos con sede en ciertos territorios conocen mejor el mercado y saben cómo llegar a él para promocionar mejor tu música.
- Puede que te interese llegar mejor a tus fans con una empresa que tiene muchos recursos para ello.
- Tendrás el dinero antes y te aseguras de que obtienes beneficios, aunque solo sea lo que hayáis pactado sin posibilidad de ganar más.
- No asumes riesgos, sino que lo harán otros.
En todo caso, aunque son conceptos diferentes pueden asemejarse en algunos casos, y en todo momento debes leer lo que firmas en cualquier contrato y, si no estás de acuerdo en algo, intentar negociarlo antes de plasmar tu firma. Cuando hayas firmado el contrato, sea del tipo que sea, es que aceptas todo lo que aparece en él. Si tienes dudas, déjate asesorar.